martes, 31 de enero de 2012

AHORA QUE TÚ ESTAS

Tú, en la escalera. Yo, apoyado en el marco de la puerta. Incluso antes de mirarnos ya nos deseábamos. Nuestros cuerpos se fueron acercando al ritmo que marcaban nuestros corazones, pum…pum…pumpum…pumpumpumpum… Dejó de importarnos la hora, el día, el entorno. Nos fundimos en un beso. El beso que nos dio ésta vida.
Y ha pasado mucho tiempo, pero,…Espero que no te importe que exprese en palabras cuánto de maravillosa es la vida, ahora que estas tú.




lunes, 30 de enero de 2012

CRISIS, ¿QUE CRISIS?



MIRA LAS FOTOS Y HAZTE LA PREGUNTA DEL FINAL






¿QUIEN SUFRE MÁS LA CRISIS, EL QUE TIENE QUE VENDERLO POR MENOS DE LA MITAD O EL QUE LO COMPRA A ESE PRECIO?

Yo, por suerte o desgracia, sólo he podido fotografiarlo... ni siquiera me han dejado tocarlo!!!

AMANECE, QUE NO ES POCO.

La increíble naturaleza del ser humano nos sorprende continuamente. Dejando de lado nuestras características personales únicas y nuestras comunes similitudes, cada uno de nosotros desarrolla un instinto propio. En función de la fortaleza interior de la persona, su educación, sus vivencias, sus círculos de socialización y sobre todo, su espíritu luchador, este instinto predominará en mayor o menor grado. La supervivencia, pese a todo, es el más primitivo de los instintos. Sacar fuerza y valor de donde creemos imposible, superar barreras y miedos insalvables, demostrar al mundo que la debilidad sólo es un sentimiento de cobardes. La vida nos da lecciones, pero somos nosotros los que nos ponemos nota, nos marcamos objetivos, y le enseñamos a la vida lo que hemos aprendido. Llega el amanecer a nuestras vidas, y nosotros lo acompañamos hasta el ocaso, sonriéndole con orgullo por nuestros logros conseguidos.


THE MOMENT I WAKE UP...

Los lunes. De vuelta. Otro giro de tuerca. Con los recuerdos aún bailando del sábado y domingo y la alegría pasada del viernes. Pronto acabará, te convences. Mañana será otro día. Mañana no será lunes. El inicio de una semana más… el fin de una semana menos. Hoy todo cuesta un poquito más. El despertador ha sonado de manera diferente. La rabia contenida ha aflorado más fácil de lo normal. La vida sigue, pero a otro ritmo. Es difícil seguirle el paso, hoy. Una mañana más soñando con  ver de nuevo el sol. Una mañana más agradeciendo haberlo visto, pero con resignación. Agua fresquita para los perezosos pensamientos y una dosis extra de recarga, café doble, y buena música que te invite a reactivar los pesados músculos que el colchón adormeció. Desde el momento en que me despierto… pienso en ti…. Y ya comienzo a ver el lunes más fiestero. Hasta el sol parece que brille más. Vamos a comernos este lunes… vamos a demostrarles a todos que un maldito lunes, a tu lado, puede ser el mejor de los domingos.


domingo, 29 de enero de 2012

PREFIERO SEGUIR PRESENTE

Cueste lo que cueste. Todo tiene un precio. Caro es el peaje que se tiene que pagar para llegar a nuestro destino. En el camino van quedando ilusiones, proyectos, salud y seres queridos. Cada vez que das un paso se tensa más la cuerda que te lastra. Los deberes y obligaciones pesan, los años no pasan en balde, tus fuerzas decaen y el orgullo hace el resto a la voluntad. A veces te encuentras descansillos, respiras hondo, calmas tu dolor y vuelves a remangarte para seguir hacia delante. Los errores se acumulan, muy a nuestro pesar, se repiten, y nimban nuestra esperanza. Sólo un atisbo de luz en nuestro vía crucis nos vale para aferrarnos cual clavo ardiendo, haciendo un guiño a nuestra alma para engañarla de la realidad. Extenuados, agotados y al filo de la derrota, y de repente … una mano nos ayuda, alguien nos quita una piedra en el camino, por pequeña que sea nos parece haber derribado un muro. El agradecimiento nos da alas para creer, para tener fe… puedo hacerlo… y emprendemos nuestra marcha. Seguimos buscando la meta, queremos cumplir nuestro objetivo, capaces de dejarnos la piel en el intento, capaces de sobreponernos a nosotros mismos.
Y cuando por fin creemos que hemos llegado, echamos la vista atrás y vemos cuanto nos perdimos. Todos los momentos que pasaron por nuestro lado y que nos daban aliento sin darnos cuenta, sin apreciar las pequeñas cosas que de verdad merecen la pena. Apenados, no podemos volver atrás, sólo nos queda continuar… pero ya no somos los mismos. No se conceden milagros… y si existen son muy caros…. Anestesia para el alma….




¿QUIERES VER LO MÁS BONITO QUE HE GRABADO EN MI VIDA?


Quieres ver lo más bonito que he grabado en mi vida?...
Era uno de esos días...
en que está a punto de nevar
y el aire está cargado de electricidad
casi puedes oirla... verdad?

Y esa bolsa estaba.... allí...
...bailando... conmigo,
como un chiquillo pidiéndome jugar...
durante 15 minutos.

Es el día en que descubrí que...
existe vida bajo las cosas
...y una fuerza increíblemente benévola...
que me hacía comprender que no hay razón para tener miedo...
... jamás...

El video es una triste excusa, lo sé,
pero me ayuda a recordarlo
necesito recordarlo.

A veces hay tantísima.... belleza... en el mundo,
que siento que no lo aguanto...
y que mi corazón...
se está...
derrumbando.



"CUANDO LO NORMAL SE CONVIERTE EN RARO Y LO RARO EN LO NORMAL"

LA RAMA, EL VIENTO Y EL ALMA.

Miraba el cimbrear de la rama azotada por la ira del viento. Desde mi ventana, en esa tarde gris, mis pensamientos viajaban de un extremo a otro. Quizás la soledad me hacía divagar entre banalidades trascendentales y principios empíricos existenciales. La banda sonora del silbar de las ráfagas acentuaba mi estado melancólico. La rama seguía resistiendo las embestidas. Aquella que hace pocos meses atrás había lucido radiante y colorida, engalanada de vivas hojas verdes, hoy se presentaba casi desnuda, desprotegida y temerosa. Todo hacía pensar que no aguantaría los envites, que partiría su rudo cuerpo en dos para liberarse de esa calamidad divina que utilizaba a los cuatro vientos como cuatro jinetes del Apocalipsis. Pero ahí seguía desafiante, aguantando, aferrándose a buenos tiempos pasados y con esperanza de seguir viviendo mejores tiempos futuros. Probablemente le había dolido desprenderse de su precioso manto verde, viendo como poco a poco, día a día, sus empeños por dar vida a pequeños brotes se había convertido en lamento. No había sido fácil ver marchar a su creación, ver caer lo que con mimo y dedicación había levantado. Aún más difícil era creer que, quien durante los buenos momentos agradecía su existencia, hoy la dejaban a su suerte, sin importarles su destino. Ella que tan orgullosa se había sentido dando sombra y cobijo, ella que tan feliz recibía el agua dulce y el rayo fino. Ella que hoy se veía sola, luchando por no ceder, no podía permitirse hincar la rodilla. Intentaba levantar su alma y  apuntalar su orgullo.
Dos golpes bastaron para hacer reaccionar mis instintos, uno que doblegó su cuerpo, otro que sacudió el mío. El cristal de la ventana era mi escudo y protección, lo que debía hacer en ese momento podía ser su salvación. Sin el abrigo del miedo y armado con un sentimiento de valor, corrí a enfrentarme a ese infierno, abrazando su corazón. Fui yo quien recibí los azotes, fui yo a quien el viento tiró, pero pasó lo peor y mis manos seguían aferradas, aguantando su alma, protegiendo esa dulce rama que tanta vida me dio.






sábado, 28 de enero de 2012

SOBRE UNA PÁGINA EN BLANCO

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Tu vida en una página en blanco.

Propuse a varias personas, mayores de edad, con una buena formación académica y con bastantes dosis de creatividad, un ejercicio de redacción. Consistía en escribir sobre la vida de uno mismo. Sobre el pupitre, una página en blanco. Sobre la página, un lápiz y una goma. Advertí a los participantes que el ejercicio era cronometrado, con un tiempo máximo de 30 minutos. Antes de dar comienzo acepté preguntas y dudas, aclarando que no se trataba de escribir la propia biografía, que si querían puntuar alto debían realizar una redacción sobre algún momento significativo de sus vidas, algo que al leerlo transporte al lector a vivir esa propia experiencia.
Dio comienzo el ejercicio. Desde mi posición contemplaba a los participantes encorvados sobre sus pupitres, lápiz en mano, afanados por escribir la mejor historia sobre sus vidas. De pronto mi mirada se detuvo ante uno de los participantes. Era el único que no había comenzado el ejercicio. Ni tan siquiera había asido el lápiz.  Al principio creí que estaría estructurando mentalmente la redacción, o buscando cual de sus historias merecía la pena escribir, pero pasaban los minutos y permanecía inmóvil, con la mirada perdida. No salía de mi asombro al pensar que uno de los participantes, voluntariamente, se diera por suspendido en el ejercicio.
A partir del minuto 16, algunas cabezas iban levantándose, repasando desde otra perspectiva lo que su mente les había dictado. Llegando casi al final del tiempo la mayoría de participantes tamborileaba su lápiz inquieto, deseando llegar al pitido final para poder liberarse de ese estado de impaciencia. Minuto 30. Con la sabida frase “dejen los lápices sobre la mesa, el ejercicio ha acabado” me levanté de mi asiento y pasé por los pupitres recogiendo los trabajos. A simple vista algunos habían concretado, quizás demasiado, sus increíbles historias personales con escritos escuetos. Otros, sin embargo, habían redactado más de dos folios por ambas caras. La mayoría se había aplicado y esforzado en la buena letra, algunos con más fortuna que otros en la estructuración y nitidez del documento, sin erratas, sin correcciones. Pero sólo uno fue capaz de no haber escrito ni tan siquiera el nombre. La página continuaba en blanco, el lápiz sobre  la página, y la goma perfectamente colocada tal y como yo la había dejado. Un sentimiento de rabia e impotencia como docente me invadió el corazón. Consideré que podía ser un desafío a la figura autoritaria del profesor. Descarté que fuera acto de rebeldía en el mismo momento que me fijé en su cara, sus ojos. Continuaba con la mirada perdida, pero sobre su mejilla corría una lágrima que había brotado de sus vidriosos ojos y que acabó mojando el blanco infinito de la página. Me detuve frente a los participantes, con todas las páginas en mis manos y, en ese momento, aunque no se bien por que motivo reaccioné de la siguiente manera: aparté la página en blanco y rompí todos los demás documentos, haciendo pedacitos las historias de los participantes que miraban atónitos la escena. Hubo protestas, lógicas. Alguna que otra muestra de descontento en base de insulto descortés. Pero pronto hice callar a todos, sin tener que pronunciar palabra. Sólo tuve que alzar en mi mano la página en blanco. Todos los participantes se miraron, unos a otros, intentando adivinar quien sería el objeto de mi ira por no haber realizado el ejercicio. Pero todos se equivocaron de nuevo. Más allá de descargar mi frustración como docente ante ese alumno, calmado y pausando cada una de mis palabras, les relaté lo siguiente:
“Seguramente todos halláis escrito una buena historia. Seguramente todos hubierais aprobado el ejercicio. Seguramente todos habéis redactado  historias interesantes sobre hechos o acontecimientos o situaciones de vuestras vidas. Pero sin duda, ésta (señalando la página en blanco que continuaba alzada) es la mejor.”
Hubo un desconcierto, rumoreo, todos se mostraron sorprendidos incluso me atrevería a decir que por sus cabezas pasó la idea de una locura transitoria del profesor.
Hice levantar al alumno en cuestión de su pupitre, pero en seguida me di cuenta que su estado emocional no era el adecuado para mostrar a los demás lo que yo pretendía hacerles ver. Por ese motivo y pidiéndole disculpas hice que se sentara de nuevo. Hubo un silencio tenso en el aula. Todos estaban desconcertados. Relajé los músculos de mi cuerpo que se habían contagiado por la situación y me senté frente a los alumnos.
“No hay mayor ni mejor historia que la que nace de nuestro corazón”- comencé a decir, con la mirada baja, buscando manchas en el suelo para distraer el sentido de la vista, mientras daba paso a lo que en ese momento salía de mi alma a través de mi voz.- “Esta página en blanco me ha hecho reflexionar, me ha hecho pensar, ha removido cada uno de mis sentimientos, ha volteado todo mi real mundo. Esta página en blanco ha dejado paso a mi creación, a mi imaginación, a mi empatía, a mi frustración,  a mi capacidad emocional y a mi raciocinio. Posiblemente las demás historias de cada uno de vosotros hubiera tenido un efecto similar, pero sin duda ésta, ha estremecido todos los pilares de mi alma. Una página en blanco no cuenta nada, una página en blanco lo cuenta todo. Sobre una página en blanco habéis plasmado vuestras historias. Sobre esta página en blanco se ha conseguido plasmar una vida”.

Volví al silencio, recobre la compostura y di por finalizada la clase. El aula se vació rodeada de un clima extraño, todos los presentes, callados, se dirigían a la puerta hablándose a ellos mismos, en silencio, recreando en su mente una conversación única entre su raciocinio y su corazón. Todos entendieron que la vida no es más que una página en blanco, que se puede escribir y contar de muchas maneras, pero ninguna será mejor que vivirla con el corazón.