jueves, 8 de marzo de 2012

SOY HOMBRE Y HOY NO ES MI DÍA.

Soy hombre y hoy no es mi día. Soy hombre gracias a la dedicación de muchas mujeres. Soy hombre, soy quien soy, porque vosotras, las mujeres, habéis querido que los hombres seamos hombres. La historia de Adán y Eva es un cuento chino. Primero Dios creó al hombre, y de una de sus costillas, a petición de la soledad de Adán, Dios creó a la mujer. Eva peca en el paraíso y es castigada a abandonarlo. Adán la sigue. Todo pura mentira de los misóginos eclesiásticos católicos que desde tiempos pasados nos recuerdan que la mujer existe gracias al hombre, gracias a su debilidad por no sentirse solo, gracias a su perdón por exculparlas de su maldad. Si fuera por mí quemaba toda esa parte de la historia católica. A mi entender ateo, quien da luz a la vida es la mujer. Quien durante nueve meses lleva su perpetuidad en la especie es el vientre femenino. Quien dedica su vida a crear y no a destruir, ésa es la que se merece ser Dios, y no el hombre que sólo aprovechó su momento de gloria para hacerse valer por encima, con la excusa que es él quien siembra, quien es él quien trabaja para que la mujer se pueda permitir ese don divino de la creación. Si las mujeres del mundo no hubieran querido, en un momento determinado de la historia, perpetuar la especie humana, el mundo hubiera sido un desconocido para todos nosotros, por mucho que los hombres se hubieran empeñado en crear su continuidad, sin el beneplácito y conformidad de la mujer no existiríamos.
De ahí la teoría de algunos neo-teólogos de la feminidad del poder de Dios. Lo que esta claro es que gracias a las mujeres algunos de los hombres pueden seguir creyéndose Dioses, decidiendo cuando sobreponerse a ese poder divino que les dio la vida, primero con sus madres, después con su mujer, matando la felicidad de sus vidas y haciéndolas llegar a arrepentirse de ser mujer. A esos hombres habría que colgarlos por los testículos, exponiéndoles ante todas las mujeres del mundo, poniendo en duda su divina virilidad hasta el punto de tener que pedir perdón por ser hombre, por ser un mal hombre. Porque el hombre, el buen hombre, es consciente del poder de las mujeres, de su deidad milagrosa, de su poder de creación. Porque el buen hombre debe ser agradecido, respetuoso, y sobre todo amar aquello que significa la vivir, aquello que le dio la vida y aquello que se la dará a su futura descendencia, a la perpetuidad del ser humano, a nuevas mujeres y nuevos hombres que deberán recoger el legado de la igualdad, del respeto, del amor y de la razón de existir del ser humano.

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