martes, 7 de febrero de 2012

CADA FRACASO NOS ENSEÑA ALGO QUE NECESITAMOS APRENDER.

Buscaba su felicidad. Buscaba su identidad. Buscaba y buscaba pero a cada paso más se perdía. Abandonó cuanto conocía. Abandonó a aquellos que, aunque con cuentagotas, le demostraron algo de amor. Abandonó para encontrarse de nuevo, en otra vida, en otro mundo, en otro él. Y encontró. Encontró su nueva imagen, su nuevo sueño, su nueva personalidad. Encontró lo que deparó el destino, sin saber que era lo que buscaba. Conoció nuevas caras, nuevas historias y nuevas experiencias. Conoció cosas nuevas, pero, por suerte, no olvidó sensaciones. Su nueva y deseada etapa le abrió los ojos, le hizo ver que más allá se puede estar peor. Aunque, desde lo más profundo de su corazón, quería cambiar, lo que cambió fue malo por peor. Y lo peor le recordó que lo malo podría haber sido bueno, y que lo bueno que ansiaba podría haber sido peor. Y llegó a ese nuevo punto de partida, a ese cruce de caminos, a ese dilema interior entre la supervivencia y la vivencia, entre ser él mismo o dejar que los demás vean quien es. Y así creció, viviendo en los infiernos mientras soñaba que estaba en el cielo, esperando que alguien le rescatara y lo llevara, al menos, al purgatorio. Por suerte, siempre hay un tren en la vida que lleva tu nombre… y finalmente él cogió el suyo… recordando cuantas veces se equivocó de parada… emprendiendo un nuevo viaje… esta vez sin buscar nada, sin abandonar su identidad, sin desear encontrar nada nuevo… allá donde fuera, él seguiría siendo él.


Hoy es un día especial. Hoy se celebra el 200 aniversario de Charles Dickens. Y para mí es más especial si cabe, puesto que el primer libro que leí, y del cual conservo muy buenos recuerdos, fue escrito por este gran “Genio”, OLIVER TWIST.
Mi mejor frase: "El hombre no sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta. Charles Dickens."

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