viernes, 10 de febrero de 2012

DOS MUNDOS


Llegó el viernes. Bienaventurados aquellos que han planeado hacer algo diferente el fin de semana. Bienaventurados aquellos que hoy acaban su jornada laboral y cambian los uniformes y trajes por maletas, mochilas y cámara de foto/video. Bienaventurados aquellos que durante el fin de semana se aliviaran del frió esquiando o al sol de alguna terracita de un bar de tapas. Bienaventurados aquellos que se permitirán el lujo de mover sus caderas, echar unas copas y unas risas y volver a casa cuando salga de nuevo el sol. Bienaventurados a todos ellos por ser afortunados. Afortunados en estos tiempos difíciles en los que la mayoría tienen que buscarse la vida para llegar hasta el viernes y continuar sin parar durante el sábado y domingo como si fueran lunes o martes. Afortunados aquellos que se puedan permitirse una caña, un pincho, un helado o una entrada de cine. Afortunados en estos tiempos difíciles en los que hay gente que seguramente buscará en contenedores de basura el sustento de ese día. Afortunados y privilegiados aquellos que puedan volar o viajar durante el fin de semana realizando una escapada maravillosa. Afortunados en estos tiempos difíciles en los que mucha gente se escapará del frió de la noche al raso y resguardándose entre cartones y diarios, portales o cajeros automáticos. Bienaventurados, afortunados y privilegiados aquellos que han trabajado para conseguir llegar donde están, o que han tenido esa suerte en la vida. Bienaventurados, afortunados y privilegiados aquellos que han destrozado la suya o que han tenido la mala suerte de acabar en el lado contrario, aún vivos para contarlo.
En la vida siempre han existido diferencias, y los humanos siempre nos hemos preocupado de marcarlas bien, incluso de aumentarlas si cabe. Ya no existen los Robin Hood. La caridad es cosa de apariencia, de ricos que quieren aliviar sus pecados aparentando preocuparse por la escoria. Los verdaderos voluntarios y héroes son aquellos que se quitan el plato de la mesa de ese día, aún sabiendo que no habrá segundo, para dárselo a aquel que ni tan siquiera podrá optar al entrante. Llegará el momento en el que sólo haya dos clases sociales, los ricos y los pobres… los bienaventurados, afortunados y privilegiados, y el resto. No existirá más política que la del dinero. Volverá la esclavitud. Se incrementaran los delitos graves debido al instinto de supervivencia. Y en esa jungla, el más débil siempre acaba perdiendo…

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