domingo, 12 de febrero de 2012

LA SOMBRA DE MARTA (parte 1)

Por desgracia la vida de vendedor de pisos tenía esos inconvenientes. Era domingo y me encontraba a las puertas de un bloque de pisos de lujo en el barrio de Sarriá, esperando a la cliente de turno. Seguro que sería la típica yuppie que buscaba su nidito de amor en el centro de Barcelona. Aunque pareciera raro que yo trabajara en domingo, la oportunidad lo merecía. El piso en cuestión llevaba casi un año en venta y no había recibido ninguna visita. Podía ser entendible por el precio de venta, elevadísimo para los tiempos que corren, incluso para los yuppies acaudalados, pagar más de 7.000 € al mes de hipoteca era una barbaridad. Pero lo curioso es que nadie sabía lo que había pasado en él. Justo una semana antes de agenciarse la primicia de venta nuestra empresa, la propietaria, hija de un magnate barcelonés afincado en Arabia Saudita, había fallecido en su interior. Los trabajos policiales de investigación y forense tras el hallazgo del cuerpo por el portero de la finca fueron tan discretos que ningún vecino se percató de lo sucedido. Tan sólo el portero, que a la semana recibió una cuantiosa suma de dinero por parte de la familia y colgó su uniforme para desaparecer del mapa posteriormente, y la policía conocían lo sucedido. Los comerciales de nuestra empresa supimos la historia de rebote cuando nuestro jefe envió un e-mail por error a todos los trabajadores, y que iba dirigido al Intendente Jefe de los Mossos de Escuadra, informando que el sr. Agustí Guasch i Solà, padre de Marta Guasch, la fallecida, había cedido los derechos de venta del inmueble a la empresa tras el trágico suceso, solicitando en el mismo, que tanto la investigación judicial como las pertinentes visitas que recibiera el inmueble, fueran lo más discretas posible.
Conocido el caso por todos los trabajadores de la inmobiliaria, comenzaron los rumores y las indagaciones. Lo poco que se sabía de Marta Guasch era lo que se reflejaba en las redes sociales. Perfil de facebook inactivo desde hacia meses, con poca actividad (tan solo 30 amistades) de la que se podía desprender que Marta era una estudiante dedicada única y exclusivamente a acabar su carrera de química con “honoris causa”. Sin fotos comprometedoras, sin chistes ni enlaces picantes, sin ningún posible hombre que pareciera interesarse por ella, ni tampoco ninguna mujer. Las causa de la muerte eran desconocidas por todos, y nuestro jefe de ventas, Salvador, se ocupó muy bien de terminar con las investigaciones de curiosos, expedientando a todo aquel que fisgoneaba en el asunto.

El hecho en sí dejó de ser noticia de corrillo a las pocas semanas de conocerse, olvidando por completo la historia que renacía justamente hoy que se cumplía un año del fallecimiento de Marta. Y ahí estaba yo, esperando a mi clienta que ya llevaba quince minutos de retraso. Hubiera sido una visita normal, pero no lo era. La clienta que dijo llamarse Maria Teresa en conversación telefónica, tendría que haber pasado en horario comercial por la oficina a cumplimentar la ficha de visita, pero las condiciones especiales que expuso por teléfono y la jugosa comisión que podría llevarme por la venta de la vivienda hicieron que me saltara varios pasos sobre confirmación de identidad, solvencia económica y referencias. La señora o señorita Maria Teresa comentó en nuestra conversación que, aunque tenía 26 años, no le preocupaba el importe económico ya que disponía de una cuantiosa herencia de su padre, fallecido en Afganistán durante una misión militar a la que no quiso dar más detalle. Nueva rica, joven y con ganas de gastar dinero, pensé yo, toda una joya para caerle bien el primer día y tentar al destino con una jugada redonda, venta del piso, pastón por comisión, flechazo a primera vista, mudanza conjunta y a vivir de la sopa boba.
20 minutos de retraso y yo seguía soñando con una vida imposible.

CONTINUARÁ….

2 comentarios:

  1. Pues haz que sea posible :) Lo imposible sólo tarda un poco más.

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  2. Lo díficil cuesta, lo imposible cuesta un poco más. Gracias por pasarte por el blog Marta, me ha encantado "14 vidas son dos gatos", un abrazo. Por cierto, la historia del relato continúa, y espero que os guste.

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